Esta expresión es muy usada hoy en día, incluso podríamos decir que está de moda. ¿Pero qué quiere decir?
Definición de Toxicidad
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, toxicidad significa: «Grado de efectividad de una sustancia tóxica». Pero está claro que nos referimos a personas, no a sustancias ni a cosas. ¿Qué significa cuando hablamos de personas? En su tercera acepción, el mismo diccionario señala: “Adj. Que tiene una influencia nociva o perniciosa sobre alguien. Un novio tóxico. Una relación tóxica. Sinónimos: venenoso, perjudicial, pernicioso, nocivo, dañino. Antónimos: sano.
Investigando un poco más, encontramos otras definiciones: “las personas tóxicas son personas cuyo comportamiento genera un sentimiento negativo o una emoción desagradable en los demás. Puede que a priori parezcan personas positivas, pero en realidad su forma de ser y de interactuar con los demás genera malestar en aquellos que las rodean debido a su poder de manipulación”.
¿Cómo detectar una persona tóxica?
Los expertos las definen como personas que “hablan mucho y escuchan poco. Por regla general, la característica principal de este tipo de personas es el egocentrismo o narcisismo. Suelen ser personas que solo hablan de sí mismas y de lo que les sucede a ellas y redireccionan el tema hacia ellas nuevamente cuando este varía y cambia hacia otro de los miembros del grupo.
Son negativas: se quejan constantemente. El discurso negativo impera en este tipo de personas. Todo irá mal en cada situación que se les presente y siempre verán la peor de las soluciones a cualquier problema que tengan.
Victimización
Sus problemas siempre serán los más importantes y cuando haya un motivo de conflicto en la relación que se mantiene con ellas, se posicionarán como las víctimas para culpabilizar al otro.
La mayoría son mentirosas. Ya sea por costumbre o para ocultar algo que las avergüenza, las personas tóxicas siempre mentirán en algunos aspectos relevantes de su vida. Generalmente esta característica en este tipo de personas suele estar ligada a la vanidad, ya que son incapaces de verse a sí mismas como imperfectas”.
Empatía
«Falta de empatía y autocrítica. Muchos realizan comentarios que pueden resultar hirientes para los demás, aunque ellos siempre se escudarán en su aparente sinceridad. En realidad, esconden una falta de empatía, pero lo negarán si se les acusa de ello.
¿Cómo tratar a las personas que se sienten superiores, que miran por encima del hombro y creen que merecen un trato especial? En el mundo hay dos tipos de personas: están las personas honestas, que nos provocan emociones agradables, y las personas deshonestas, cuyo comportamiento hace que experimentemos emociones desagradables. Estas últimas también podrían denominarse como tóxicas, debido a que emanan una negatividad que impregna todo lo que les rodea, incluido uno mismo. Por ello, es importante detectarlas para alejarnos todo lo posible de ellas”.
Según los expertos, hay que poner atención a los siguientes comportamientos: “Sólo hablo con las personas cuando me interesa.
Aunque sea el responsable de algo, no lo admito y cargo con la culpa a otros. Utilizo los puntos débiles de aquellos que conozco y los uso en su contra en alguna discusión o conversación.
Si una persona me hace algo que me ha dolido, no lo olvido y lo uso siempre que puedo para hacerle sentir mal.
Me encanta criticar a otras personas y señalar los defectos de los demás.
No me alegro por los éxitos de la gente cercana a mí.
Me gusta ser el centro de atención.
¿Qué sucede si yo soy la persona tóxica? Hasta aquí es fácil saber las características para identificar alguna persona tóxica que esté presente en nuestra vida para alejarnos de ella lo más rápido posible. Pero el problema surge cuando nos damos cuenta de que quizás somos nosotros los tóxicos y ni siquiera nos habíamos dado cuenta.
Entonces, ¿cómo puedo dejar de ser una persona tóxica? Una vez te has dado cuenta de que tu comportamiento para con aquellos que quieres puede resultar tóxico, llega el momento del cambio, pero si es un comportamiento que llevo haciendo desde hace mucho tiempo, ¿cómo puedo revertirlo y dejar de ser de esa manera?” Según los expertos, hay que trabajar varios aspectos:
“Intentar desarrollar la empatía hacia los demás poniéndote en su lugar cuando se enfrentan a un comportamiento tóxico.
Escucha a los que te rodean, en lugar de hablar siempre de ti mismo.
Admite tu responsabilidad en aquellas situaciones en las que la tengas.
Procura ser más asertivo en las discusiones o conversaciones con los demás”.
Aclaración
Encontrar a alguien que cumpla todos los síntomas de la toxicidad es cuando menos utópico, como en la mayoría de alteraciones y trastornos, pero que cumpla alguno, yo diría que la mayoría de nosotros cumplimos alguno de ellos en algún momento. Por supuesto que hay personas muy destructivas mentalmente, consigo mismas y con los demás, pero sabemos que lo son generalmente, porque han sufrido abusos, malos tratos o carencias profundas, pero no porque sean malos por naturaleza. Y además, son tratables.
Al ir leyendo estas definiciones y características me daba la sensación de que ese supuesto síndrome es como una especie de cajón de sastre en el que cabían todos los defectos de todas las personas que nos caen mal, o todo lo que no nos gusta de nosotros mismos y proyectamos en los demás. Muy pocas personas se librarían de todas sus características. Como sucede con los horóscopos, que cuando leemos todos los signos del zodiaco, tenemos la sensación de que encajamos en todos ellos un poco, y según el día.
Por otro lado, no podía evitar comparar esa definición con la de maldad. Veamos su definición:
Maldad
“1. f. Cualidad de malo.
Sin.: mal, malicia, malignidad, perversidad.
2. f. Acción mala e injusta.
Sin.: vileza, crueldad, inmoralidad, iniquidad, carajada.
Sinónimos o afines de maldad: mal, malicia, malignidad, perversidad.
vileza, crueldad, inmoralidad, iniquidad, carajada”.
No se parece mucho, es verdad, salvo en una cosa que es la esencial, y es en lo rechazable que son como personas. Ante ello, lo único razonable que podemos hacer es protegernos y alejarnos de ellas. Sin embargo, no me imagino a un terapeuta con dos dedos de frente comunicando a su paciente: “después de examinarle detenidamente, he llegado a la conclusión de que es usted una persona tóxica de la que hay que alejarse, así que no quiero volver a verle. Quiero pensar que le trataría e intentaría hacer ver que sus defectos son semejantes al resto de los mortales y que tiene que ser más tolerante y comprensivo, consigo mismo y con los demás.
Por otro lado, recuerdo que Stern se preguntaba: ¿quién observa al ojo que observa? Quería decir con ello que es necesario poner en cuestión también al psicólogo que examina y diagnóstica al paciente. ¿Por qué? Porque si tenemos en cuenta que el psicólogo también tiene su egocentrismo y narcisismo, como todo el mundo, así como afán de notoriedad, entenderemos que inventar síndromes es una forma de adquirir relevancia y protagonismo, pasando a la posteridad.
Está demostrado que cada vez que se inventa un trastorno o síndrome, los siguientes años hay un aumento considerable en los diagnósticos y una bajada en los que venían a ser lo mismo o parecido antes. Y que al cabo de años también acaban bajando. Hoy en día estamos bajo la moda del síndrome de toxicidad, que todo el mundo usa indiscriminadamente.
¿Pero realmente ahora hay personas tóxicas y antes no, o siempre las ha habido, solo que se llamaban de e otra manera? Y más importante: ¿podemos dividir a las personas en tóxicas y no tóxicas? Como antes algún “experto” dividía a las personas en honestas y deshonestas, que sería tanto como decir entre malas y buenas, de una manera infantil y primaria. Me adelanto a responder que me parece de una simpleza alarmante y peligrosa.
Decía Sullivan que la diferencia entre una persona desequilibrada mentalmente y la que no lo es era de cantidad, no de calidad. Es decir, todos tenemos en mayor o menor medida rasgos psicóticos, psicopáticos y neuróticos. De la misma manera, y atendiendo a los síntomas que definen la toxicidad, si es que tal cosa existe, podemos dejar por sentado que todos tenemos alguno de esos síntomas en algún momento, como pasa con los rasgos de personalidad.
Problemas
¿Qué es lo que sucede entonces? Que estamos inmersos en una moda basada en el viejo mecanismo de la proyección: yo soy bueno y los otros, que no me dan o me dicen lo que quiero oír, son malos. “Egoísta es todo aquel que no piensa en mí”. Vamos, el motivo que explica la agresividad y hostilidad entre seres humanos desde siempre.
Sí algo es típico del pensamiento infantil es la equivalencia psíquica; es decir, lo que yo siento es la verdad y el que no está conmigo, es malo y está contra mí. Es tóxico. Me parece peligroso que los supuestos expertos promuevan semejante desatino.
Una cosa es que ayudemos a las personas sometidas y masoquistas a hacerse valer y respetar y a que se revelen de los tiranos y tiranas, y otra cosa que fomentemos la descalificación de todo aquel que no nos cae bien o que nos ha hecho daño en un momento dado, independientemente de si ha sido intencionadamente o de si nosotros también lo hemos hecho. Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno.
Esperemos que acabe pasando pronto esta moda absurda de etiquetar a quien no nos gusta de toxico.
Si somos rigurosos, nos tendremos que preguntar si es concepto de toxicidad no es demasiado parecido al de maldad, con toda la subjetividad que conlleva. Realmente, ¿tiene sentido seguir manteniendo operativo el concepto de toxicidad desde un punto de vista profesional y técnico, o lo dejamos simplemente como una moda social pasajera y superficial? Opto por lo segundo, evidentemente.